martes, 1 de marzo de 2011

A raiz de C. Chabrol...

"Para explicar por qué me interesan más las mujeres que los hombres, utilizo un argumento bien sencillo. Si uno quiere que el público se interese por un hombre, hay que tenerle todo el rato haciéndole pasar a la velocidad del sonido, descubriendo América o matando a cincuenta enemigos (...) cosas excepcionales y extravagantes.
En cambio, ese mismo público se puede interesar en la vida de una mujer simplemente mostrándola en su vida cotidiana (...). La vida cotidiana de una mujer es tan difícil como descubrir América (...)." 

Claude Chabrol (1930-2010). Director de cine. Entrevista en el suplemento Babelia, 10 de Mayo de 2008.


Esto lo dijo un hombre que tenía que plasmar historias que interesaran a los espectadores en no más de 120 minutos. Efectivamente, la vida de la mayoría de las mujeres es rica en experiencias, en ilusiones, en la lucha por llevar a cabo los proyectos que a lo largo de la vida se proponen.

¿A quién de vosotras le ha resultado todo fácil y sencillo? si miramos la historia vemos que todas las mujeres han tenido que vencer enormes dificultades para transitar por las diferentes situaciones que, al cabo de los años, conforman nuestro camino, nuestra historia.

Las mujeres que han quedado reflejadas en la historia seguramente han sido maltratadas por los hombres que han escrito sus vidas y que se han atrevido a juzgar intenciones que seguramente no tenían, pues debían servir de ejemplo de sumisión al orden establecido por el hombre. ¿Y las demás mujeres? aquellas que son la mitad de la población y que nadie escribe su nombre o reconoce su quehacer, ni sabe de sus pensamientos, ilusiones o frustraciones. Que no han podido hacer descubrimientos científicos, ni escribir grandes enciclopedias ni dedicarse a la filosofía, ya que eso requeriría haber tenido acceso a las universidades y poseer en su hogar "Un Cuarto Propio" donde poder pensar y escribir sin que nadie les moleste. 
No, ellas han tenido que cuidar de que los hombres hayan podido dedicarse a la literatura, a la ciencia, a los descubrimientos, etc., sin que otras preocupaciones los distrajeran, y, si pertenecían a la clase más baja, para que después de su jornada de trabajo tuvieran el tiempo de esparcimiento que tenían merecido. Mientras, ellas tenían hijos e hijas (a las que no deseaban la misma clase de vida que llevaban ellas), cuidaban de su educación, llevaban la economía familiar, que en la mayoría de los casos sorprenderían a los grandes economistas con las filigranas que hicieron para llegar a fin de mes con los exiguos sueldos que les entregaban los cabezas de familia. Además, manteniendo la limpieza y el orden en el hogar, sin faltar un menú diario en la mesa.

Sin embargo, siempre ha habido mujeres transgresoras que han querido cambiar la historia de su vida y las de las demás mujeres. Han querido acceder a la cultura, a un trabajo que las hiciera independientes, a luchar porque se les reconociera los mismos derechos que a los hombres, sus iguales; por no tener miedo a salir a la calle sin que nadie les agrediera por su condición femenina, porque su jornada laboral en el hogar no tuviera veinticuatro horas, y, sobre todo, por que sus hijas no tuvieran que comenzar las reivindicaciones desde tan a atrás, sino que el camino fuera menos árido y partan con unos conocimientos cada vez mayores. La igualdad se puede conseguir, es cuestión de proponérnoslo. La Historia lo demuestra.

Nieves Rodríguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario