martes, 10 de mayo de 2011

HOMENAJE A UNA PAISANA




En el año 1591 una comisión de la cofradía de nuestra señora del Rosario de Talavera la Vieja se desplaza a Toledo para encargar al pintor Domenico Theotocopuli ( El Greco) afincado en Toledo, la realización de tres cuadros que representaran La Coronación de la Virgen, El Apóstol San Andrés y El Apóstol San Pedro, percibiendo por su trabajo 300 ducados.

En el año 1926 con motivo de la visita que hizo el rey Alfonso XIII a mi pueblo Talavera la Vieja y por la información que dio el señor cura y el medico al Sr. Duque de Alba, acompañante del rey, de la existencia de los cuadros en la iglesia, los ilustres visitantes los vieron y quedaron admirados pero comprobaron que necesitaban con urgencia una restauración, por lo que a los pocos días fueron unos individuos de Madrid y los embalaron para su traslado a el Prado. Y ahora viene lo mejor: los vecinos se alarmaron y una vecina llamada Ricarda “La Juperra” saco de la faldriquera una tijera y de la parte de atrás de los lienzos corto un trozo con el fin de compararlo al regreso de los cuadros. En el año 1927, regresaron los cuadros a la iglesia de Talavera la Vieja, (eran los verdaderos) donde permanecieron hasta el año 1962 en que fueron trasladados a Madrid para una nueva restauración, pero ya nunca mas volverían los cuadros a mi pueblo al ser inundado por las aguas del pantano de Valdecañas en el rió Tajo, serian conducidos al museo de Santa Cruz en Toledo.

Por fin los cuadros están en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres). Este es un homenaje a mi paisana que después fue muy desgraciada, pues en el mismo dia en plena guerra civil asesinaron a sus tres hijos y a su marido; abuela Victoria me contó que murió ciega de tanto llorar, fue muy valiente no merecía ese final tan trágico, con esto solo aporto un poquito de mi poco saber, yo solo tenia 11 años cuando salí del pueblo donde nací. Allá donde este Dª Ricarda seguro que se alegrara de que esta paisana se acuerde de ella en la semana “por la igualdad de la mujer”.

Victoria Carretero

MARGARITA ESTEBAN SASTRE (1904-1985)



Quiero empezar esta historia, lo primero y ante todo, agradeciendo a este Taller que me brinda la oportunidad de poder contar la historia de una mujer a la que la tocó luchar en su vida, por descontado, siempre a la sombra, ya que nunca fue reconocida su labor (como tantas otras mujeres a lo largo de la Historia), pero yo estoy aquí y ahora para dar ese merecido homenaje a esa extraordinaria mujer, que sin duda alguna, ha sido la más importante en mi vida, pues era mi MADRE.

Nacida un 22 de Febrero de 1904 en Ochando, provincia de Segovia (anteriormente pertenecía a Castilla la Vieja y en la actualidad a la Comunidad de Castilla-León). Dicho Pueblo dedicado a la agricultura y la Ganadería. Allí estuvo con su familia, la segunda de cinco hermanos, hasta que se marchó para casarse.

Llegada la juventud, fue cortejada por un muchacho de un Pueblo cercano al suyo llamado Nieva a unos 3 Km. De distancia, que como era habitual en aquella época, se desplazaba para ir a verla en caballería o andando. Después de un tiempo hablando (como así se denominaba el noviazgo), sus padres dieron el consentimiento para casarse, un 25 de Abril de 1929. Desde ese momento ya fue residente en Nieva, el cual tiene una Iglesia románica-mudéjar de los Siglos XII el Pórtico y XIV la Torre, pues es sin duda la Joya de la Corona. También a destacar unos excelentes pinares y unos magníficos viñedos, haciendo un vino de Denominación Rueda, Blanco Nieva.

También como en casa de sus respectivos padres, se dedicaron a la Agricultura y la Ganadería.

Al Año siguiente de casarse ya nacería su primera hija y así sucesivamente hasta completar catorce, pero quedándose en diez, ya que cuatro de ellos morirían de muy corta edad.

La tocó luchar y trabajar muchísimo para poder sacar adelante a tantos hijos y ayudar a su marido en todo lo que podía en el campo y con el ganado, pues les tenía que echar de comer y ordeñar todos los días cuando volvían del campo.

Fue una mujer infatigable para que todo estuviera a punto para todos, sin olvidarnos de que en aquella época no existían las lavadoras, lavavajillas, vitrocerámica, etc, etc, ni por supuesto agua corriente, ya que había que ir por ella a la fuente que estaba en el centro de la Plaza del Pueblo. Para lavar la ropa se tenía que ir al Río o Arroyo desde por la mañana hasta por la tarde y en pleno invierno tocándola romper el hielo que se hacía para poder lavar. Después de unas jornadas maratonianas, cuando todos se iban a la cama, ella se quedaba repasando la ropa incluyendo los apeos de labranza que se iban deteriorando.

Ni que decir tiene, que para poder hacer todo esto era quitándose horas de sueño, pero no por eso dejaba de levantarse la primera para preparar el desayuno para todos y hacer la comida que se llevaban su marido e hijos mayores para irse al campo por todo el día.

Siguiendo con las tareas cotidianas, hay que añadir también, que les hacía las camisas y ropa interior, tanto a su marido como a sus hijos y también, sábanas, fundas para colchones, etc. Y los zurcidos que hacía cuando algo se rasgaba eran como bordados de lo perfectos que los hacía, pero no por ello dejar de lado la limpieza de la casa ya que para ella era motivo de satisfacción que todo estuviese reluciente. Pareciéndola poco todo esto, hacía todo tipo de conservas, tanto dulces como saladas.

Era una esposa sumisa y abnegada y totalmente desbordada dando cariño a sus hijos, siempre pendiente en todo momento de ellos y cuando se iban haciendo mayores, nunca se iría a la cama hasta que no llegara el último.

Son tantas y tantas cosas las que me gustaría contar y destacar que me extendería demasiado.

Así termino esta historia de una mujer de principios del s.xx, que luchó para abrir camino a las mujeres de las siguientes generaciones y podernos beneficiar de ello.

Por todas estas cosas y muchísimas más, gracias por todos los años vividos y compartidos contigo MADRE.

Toñi Palomo Esteban